Forever K-OZ

Por siempre K-OZ

holarita-koz

To this day, one my clearest memories from graduation day is being inside the library with my entire class, the only place with an AC in school, before the event started.

I was looking around and slowly realizing that I will never, ever be in a room with everyone at the same time again. Granted, we were only 60 kids, but I was being realistic: Some of us were moving away and coming back sporadically, others would start families or projects they couldn't just put on pause to meet, and others, much later on in life, I thought, would die.

Never in a million years did I think it was possible that just 5 years from that date I would be standing side by side with the people I grew up with, singing our graduation song while a dear friend was being pushed into her grave.

What has happened in the past week is by far the saddest and most shocking experience we've lived through as a class and as friends. The pain and the confusion we felt when we learned what had happened was something I personally have felt before, but honestly didn't think I would go through again, much less so soon.

Tragedies test us. They test our faith, however that looks like for each of us, and our willingness to stay alive. And I don't mean continuing to eat or to go to work, I mean living fully and waking up everyday with a renewed desire to make things work and to show love to the people we care about.

Amelia, or how some of us liked to call her, Mame, has left an immense empty space in both our class and our hearts that no one will ever fill. Since August 6th, we are no longer a full class and that is something we will need to learn to live with in the best possible way we can.

But when there is so much love though, like there is in our class, even the toughest challenge seems doable.

The solidarity, loyalty and unbelievable commitment I saw while we tried to get up to bury our friend is something that could make even the toughest heart warm. It didn't matter how much or little we knew her, we stood by her family as her friends and fellow classmates, with just as much conviction and love as we would for a family member, and that is something I'm incredibly grateful for witnessing in person.

K-OZ was and forever will be the best thing that ever happened to me, and Mame will always be part of it.

 

Uno de los recuerdos más claros de los que tengo de mi graduación es justo antes del evento, cuando estábamos todos los de la clase dentro de la biblioteca, la cual era la única habitación con aire acondicionado en la escuela.

Recuerdo mirar alrededor de la habitación y pensar como ésta sería la última vez que estaríamos todos en el mismo lugar al mismo tiempo. Sé que suena un poco brusco ya que sólo éramos 60 estudiantes, pero estaba siendo realista: Algunos de nosotros pronto nos iríamos del país a estudiar y vivir fuera, otros comenzarían familias o proyectos que no les permitiría simplemente poner su vida en pausa para reunirse y otros, más adelante pensaba, se irían de este mundo.

Aún luego de pensar en todo esto, nunca en un millón de años me iba imaginar que en tan solo unos cortos 5 años de aquella fecha estaría parada con aquellas personas con las que crecí enterrando a una de nosotros.

Lo que ha pasado estos últimos días sin duda lo más dificil y chocante que hemos tenido que vivir como amigos y promoción. El dolor y la confusión que sentimos cuando nos contaban los detalles de lo ocurrido es algo que personalmente había sentido antes pero que de verdad esperaba que no me tocara vivir otra vez, mucho menos en tan poco tiempo.

Las tragedias nos prueban. Prueban nuestra fe, como sea que se defina aquella para cada uno de nosotros, y nuestra voluntad de seguir vivos. Y no digo de nuestra capacidad de alimentarnos y cumplir con compromisos como ir al trabajo, sino de la voluntad de vivir plenamente y de levantarnos todos los días con la convicción de hacer que las cosas funcionen y de mostrarle a nuestros seres queridos cuánto nos importan.

Amelia, o como muchos cariñosamente la llamábamos, Mame, ha dejado un enorme vacío en nuestra promoción y nuestros corazones que nadie nunca podrá llenar. Desde este pasado 6 de Agosto ya no somos una clase completa y eso es algo con lo que tendremos que aprender a vivir de la mejor manera posible.

Sin embargo, cuando hay mucho amor, como lo hay en nuestro grupo, hasta lo imposible parece posible.

La solidaridad, lealtad e increíble entrega que vi mientras intentábamos seguir de pie para despedirnos físicamente de nuestra amiga entiendo que movería hasta los más duros corazones.  No importaba lo mucho o poco que la conocieramos o hubiésemos compartido con ella, estuvimos agarrados de la mano cómo sus amigos y su promoción, con una convicción y un amor que sólo suele existir entre las familias y no siempre entre los amigos, y eso es algo que estaré por siempre agradecida de que pude presenciar en persona.

K-OZ es y por siempre será de lo mejor que me pasó en la vida, y Mame siempre será parte de ello.