¿Quién diablos soy yo online?

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Por Onyx Ramírez

He estado, de alguna forma, en las redes sociales desde que estaba en la escuela primaria, creo que tenía 7 años. Aprendí a usar la computadora en una clase que comencé a tomar en mi escuela. Tuve la suerte de crecer con acceso constante a las computadoras. Esto fue una tormenta perfecta, como dicen. No me tuve que preocupar por las noticias que atormentan a los padres y a las madres actualmente sobre el uso excesivo de la tecnología, porque los 90s eran otros tiempos. Mi papá trabajaba en una oficina donde reparaba equipos técnicos, y creo que de ahí obtuvimos la computadora de nuestra casa como donación.

Habiendo crecido sin hermanxs, nunca hubo competencia por ocupar el lugar frente a nuestro monitor gigante de color canela (Windows 95, baby!!!!!). La computadora estaba en la sala, justo al lado de la televisión. Era mi lugar de entretenimiento. Mi llegada de la escuela implicaba iniciar un ritual que sigo hasta el día de hoy: conectarme a internet. Mi papá era un padre ausente, por lo que nunca fue una parte activa de mi crianza. Mi madre estudió programación de computadoras durante su educación técnica, y siempre estaba tratando de empujarme hacia adelante en la vida. Ella no creía que mirar la pantalla pudiera detener el crecimiento de mi cerebro, o afectar mi capacidad para socializar, o hasta hacerme una persona violenta, como se piensa acerca de la tecnología hoy en día. Tampoco se habló de cuernos que crecen desde la base de mi columna vertebral. Ese era mi pase libre para usar la computadora todo el día, todo el tiempo. La gente más grande escucha esto y no lo pueden creer, pero la gente de mi edad (veinte y pico) sabe de lo que estoy hablando.

La primera canción que publiqué en mi perfil fue Hips Don’t Lie de Shakira y Wyclef Jean. Mi fondo era, simultáneamente, Winnie the Pooh y estrellas brillantes rosa y púrpura, superpuestas sobre un fondo negro. Le tengo cariño a estos recuerdos porque me hacen acordar un momento en que mi persona online era, principalmente, un reflejo de quién soy realmente, o era en ese momento. Aunque el rosa sigue siendo mi color favorito y todavía amo a los osos, no estoy segura de que alguna vez vuelva a tener la oportunidad de expresarme de una manera tan real.

Solía sentarme en clase y ponerme a personalizar mi página de Bebo, durante lo que parecían horas, hasta que fuese perfecta. Amaba esto. Me encantaba expresarme con GIFs y animaciones. Eventualmente, migré a Myspace, y Facebook, y Twitter, y Snapchat, e Instagram.

Online, soy y he sido muchas cosas. Onyx Ramirez, Onyx Mane, Onyx Ra, etc. He intentado ser graciosa, linda, provocativa, sensual, sexual, creativa, ingeniosa, incluida, y siempre informada. Pienso en el sinnúmero de selfies que tengo en mi cuenta versus fotos que otrxs me han tomado. Pienso en mis captions, ¿serán lo suficientemente graciosas? ¿Qué tanta indiferencia tengo que mostrar para conseguir la cantidad perfecta de likes, que me va a permitir seguir con mi día y sentirme bien acerca de quién soy en la sociedad? 

Nunca he estada segura de quién debería aspirar a ser. El estándar de “debería” es, obviamente, lo que sea que me vuelva más famosa. Tú sabes, lo que me haga sentir querida por extrañxs virtuales. 

No existe una forma de ser verdaderamente real en las redes sociales. 

 Sé que mi autoestima se ve afectada cuando paso más tiempo revisando mi feed y viendo los logros de la gente. Sé que las parejas suelen estar a punto de separarse cuando publican en las redes lo felices que están. Sé que las personas se muestran como activistas y agentes de cambio, y después hacen daño a través de los DMs y en las juntaderas. Me paso mucho tiempo viendo fotos y más fotos, y me molesta. Me enojo y me alejo de mi teléfono y juzgo, porque ese es el punto.  

Sé que todo es falso.

Y, sin embargo, actualizo mis perfiles constantemente. Dudé entre desconectarme por completo y juzgar en silencio mientras scrolleo a través de la falta de autenticidad de todo. Cada vez que abro mi cuenta, espero y rezo por haber conseguido más seguidores para que la sociedad me valore como cool.

Mi mentorx dice que lxs jóvenes, personas de mi edad, no engañan a nadie más que a sí mismxs cuando comparten online. Que las conexiones que hacemos con la gente en las redes sociales tienen el propósito de expandir nuestra visión del mundo, pero ahí es donde se detiene todo porque tienes que continuar esa relación en la vida real para que sea verdadera. Y, casi siempre, pienso que tiene razón. No existe una forma de ser verdaderamente real en las redes sociales. 

Esta pieza apareció primero en mixtamag.com

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