Mi país no me quiere

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Por Lei González

Tengo el corazón hecho pedazos. Mi país no me quiere, no me cuida, no me respeta. Y este es el dolor más grande y más intenso que he sentido en mucho tiempo. 

El nuevo Código Penal, ya aprobado por la Cámara de Diputados, me quita derechos como ciudadana y me discrimina. Me discrimina porque soy bisexual, porque soy mujer y porque soy Negra. Mi país no me ama solo porque existo. 

No puedo evitar recordar todas las veces que fui discriminada por mi pelo, por mi color de piel, por la manera en la que me visto, por quien me gusta… Situaciones que pensaba que había superado salen a flor de piel y siento los traumas reactivados: 

Me han sacado de restaurantes por agarrarme de la mano con una chica. Caminando por la calle me han levantado la falda del vestido mientras me dicen que me van a quitar la pajarería. La policía me detuvo y me amenazó porque me vieron despidiéndome de una chica con un beso, dentro de su carro, frente a mi casa. Y muchísimas, muchísimas, veces me han tratado como una ciudadana de segunda categoría. Me han negado la entrada a lugares por tener el pelo rizo. Han menospreciando mi trabajo por ser mujer y he tenido que demostrar una y otra vez mi valor y todo lo que aporto. Y, sinceramente, estoy cansada. 

Siempre entendí estos momentos como actos personales de gente transgresora y retrógrada, y ahora este Código Penal les está dando el permiso de seguir. Este Código Penal les está diciendo que no habrá consecuencias, que me pueden tratar como quieran, que me pueden discriminar y que la ley lxs protegerá siempre y cuando digan que estas atrocidades las hacen por “conciencia religiosa, ética, moral o por requisitos institucionales”. 

El afán está en afectar a un grupo específico, por eso se elimina la protección a la discriminación por preferencia u orientaición sexual, por eso se penaliza a la mujer por abortar, además de otros artículos (artículo 97 y artículo 118) que hablan sobre trato cruel, inhumano y degradante. Pero esto trasciende de ser un problema solo para un grupo a ser un problema para toda la población, porque alegando requisitos institucionales te pueden negar trabajo, te pueden negar comprar en comercios, te pueden negar servicios de salud, te pueden negar vivienda… te pueden negar tener una vida digna. No importa quién seas. Y ni se diga lo que conlleva la parte de “conciencia religiosa, ética y moral” en un país donde la religión gobierna y el amor al prójimo viene con requisitos.

Pero a quienes más les afecta es a las personas que ya están sufriendo, las que ya la tienen difícil.  

Yo soy una mujer muy privilegiada, que he tenido herramientas para enfrentarme a las situaciones que me han pasado, que tengo un círculo de apoyo que siempre me levanta —en especial cuando yo no puedo levantarme sola—, pero no es la misma realidad para todxs. Y me duele, me duele mucho entender que este país no me quiere dejar vivir con dignidad, sin humillaciones. Lo mínimo que se merece un ser humano. 

Tengo muy pocas expectativas de este país y de sus gobernantes, pero de alguna manera siempre logran decepcionar y vulnerabilizar más y más a lxs ciudadanxs. Sé que el sentimiento es compartido y tenemos que seguir protestando para detener el Código Penal antes de que cumpla su recorrido para ser totalmente legal. Pero hoy mi corazón está en pedazos, y reunir cada pieza otra vez es un esfuerzo titánico. 

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