Sunsets

Atardeceres 

By Carmen Rita Candelario

Right around 6pm the sun would start to set and paint the white countertops at home pink and yellow. Mom and Dad were usually still out so the house was extremely quiet while I patiently wait for their return but still taking my time to enjoy the light and my barefoot feet around the living room.

But this time is different, I am thousands of miles away. Chelsea and I have been driving, walking, exploring and marveling with the beauty around us for hours, but the world is not done with us yet, it has another spectacle waiting.

As we leave the painted desert during the so called golden hour, the road changes in front of us.  There is nothing more than valleys to both our left and right so we can clearly see the deep blue about to overcome everything around us, and the lines of pink still close to the ground, reminding us with a soft voice that the sun had been there.

The grass looks like silver hair and the breeze starts to get colder. We are both in silence, taking it all in.

We look ahead and there is a mountain, covered in snow right at the top. Isn’t it just insane? We are surrounded by sand yet looking at snow.

Sooner rather and later we were going to be boarding a plane back to the concrete and the noise, yet I somehow knew I was going to remember this sunset for years to come. Open, blue and pink.

I can only tell you to it is always worth to travel because it will truly change you.

A eso de las 6pm el sol comenzaría a esconderse, a pintar las mesetas de la cocina en casa de rosado y amarillo. Ma y Pa todavía estarían trabajando a esa hora así que la casa era gobernada por un absoluto silencio mientras espero pacientemente su regreso pero tomándome el tiempo de disfrutar de mis pies descalzos caminando por la sala.

Pero esta vez es diferente, estoy a miles de kilómetros lejos de allí. Chelsea y yo hemos estado manejando, caminando, explorando y asombrándonos por la belleza a nuestro alrededor por horas ya, pero el mundo no había terminado con nosotras, había todavía otro espectáculo esperando.

Mientras dejamos el desierto pintado detrás de nosotras durante la afamada hora dorada, la carretera cambia. No hay nada más que llanuras a ambos lados del camino así que podemos apreciar el azul oscuro que ha comenzado a dominar el cielo y las líneas rosadas cerca del horizonte, recordándonos con voz suave que el sol había estado allí.

La hierba parece una melena gris y la brisa ha comenzado a ponerse fría. Las dos estamos en silencio, absorbiendo todo.

Cuando miras hacia delante hay una imponente montaña cubierta de nieve. No es eso increíble? Estamos rodeadas de arena en ambos lados pero vemos nieve al final del camino.

Pronto estaremos montándonos en un avión que nos llevará de regreso al concreto y el ruido, pero de alguna manera yo ya sabía que no me voy a olvidar de este atardecer fácilmente. Amplio, azul y rosado.

Solo puedo decirle que siempre vale la pena viajar, por qué de verdad te cambiará.